Relieve, Geología y Morfoloía

RELIEVE, GEOLOGÍA Y GEOMORFOLOGÍA

El relieve almeriense se organiza a partir de los grandes núcleos orográficos de la Cordillera Penibética (o entidades Béticas) extendida desde Gibraltar hasta el Cabo de Gata, así pues en un campo más concreto, constituye el extremo oriental de la misma. Dentro de ella, en sentido norte-sur, se distinguen dos sectores bien característicos: La Cordillera Penibética Interior, integrada por las unidades de Sierra de las Estancias, Sierra Nevada, Sierra de Baza, de los Filabres y de María y la Cordillera Penibética litoral formada entre otras unidades por las Sierras Tejada, Almijara, Contraviesa, Gádor y Alhamilla.

Estas alineaciones montañosas, que tiene dirección O-E en las más meridionales y SO-N-E en las septentrionales, se encuentran separadas entre sí por un amplio valle que desde la zona del Guadalfeo, en dirección este-oeste, forma la Alpujarra, este sinclinal se encuentra recorrido por dos ríos opuestos en sus cabeceras: el Guadalfeo y el Andarax.

La Cordillera Penibética ve rota su unidad longitudinal y transversal por una serie de pasillos, generalmente tectónicos, aprovechados por cursos fluviales, que de este modo independizan y aíslan cada una de las unidades del conjunto. Destaca el valle del Almanzora, aproximadamente en el centro de la provincia, que es una depresión sinclinal alargada en sentido O-E, entre las Sierras de los Filabres y de las Estancias, en la Cordillera Penibética interior.

Terminan de organizar el relieve almeriense varias llanuras litorales: Campo de Dalías, Campo de Níjar y la Cuenca de Vera.

El municipio de El Ejido, localizado en el Campo de Dalías, al pie de la vertiente sur de la Sierra de Gádor, es una cuenca sedimentaria plio-miocena de materiales marinos detríticos, recubierta en determinadas zonas por depósitos cuaternarios formados por conos de deyección de las ramblas que drenan la vertiente sur de Sierra de Gádor. Debajo de los materiales terciarios existe el substrato triásico-alpujárride. Buena parte del territorio acaba al sur en un escarpe, conocido localmente con el nombre de “alcor” entre este y el mar existe una franja de sedimentación marítima, que en algunos sectores, por su poca elevación, se ha utilizado tradicionalmente para el establecimiento de salinas. En la superficie del Campo de Dalías alternan lomas llanas calizas y depresiones ocupadas por cañadas arcillosas, apareciendo sectores endorréicos como la Cañada del Puerco y la Balsa del Sapo.

El registro estratigráfico se compone de las siguientes unidades, siguiendo un orden cronológico:

Sedimentos Pliocenos del Campo de Dalías. Esta unidad, ocupa una extensión importante dentro del Campo de Dalías, sobre todo su sector más occidental. Concretamente aflora, al sur del núcleo de El Ejido y el norte de la Ensenada de San Miguel. Dos son las subunidades que se incluyen en esta unidad, por un lado las denominadas facies profundas, y por otro, las facies infralitorales. Ambas subunidades se diferencian en la litología, edad y contenido fosilífero.

Las facies profundas, conocidas con el término arcor, son margas arenosas y arenas margosas, rocas en microfauna, la cual ha permitido datar estos materiales como Plioceno inferior. Esta unidad aflora linealmente entre los sectores de Matagorda – Cortijo Los Indianos – Guardas Viejas.

Las facies infralitorales, cuya potencia alcanza los 100 m, está representada por calcarenitas muy cementadas, y conglomerados formados por cantos de distinta naturaleza, entre los que dominan los carbonatados y los metamórficos. Además se componen de numerosos restos de micro y macrofauna. A diferencia de las facies profundas, las calcarenitas conforman una gran mancha que ocupa el sector occidental del campo de Dalías. La edad de estos materiales es Plioceno inferior y medio. El paso de unas facies a otras se produce gradualmente, es decir, con el depósito de margas arenosas.

En todos los casos, se trata de materiales marinos depositados durante un periodo de tiempo en el que el mar invadía el actual Campo de Dalías, y cuya línea de costas se situaba al pie del relieve de Sierra de Gádor, que ya estaba emergido. En el caso de las facies margosas, la profundidad de depósito se estima en más de 60 m, en el caso de las facies de tránsito los 30 a 60 m, y por último, en las calcarenitas, a profundidades de entre 5 a 30 m.

LAS ERAS GEOLÓGICAS
 EÓN ERA PERIODO ÉPOCA   FECHA (mill. de años) 
FANEROZOICO CENOZOICO  CUATERNARIO  HOLOCENO    Actual
PLEISTOCENO  SUPERIOR 0,01 a 1,77 
 INFERIOR
NEÓGENO (3º)  PLIOCENO    1,77 a 5,32
MIOCENO    5,32 a 23,8
PALEÓGENO (3º)  OLIGOCENO    23,8 a 33,7
EOCENO    33,7 a 54,8
PALEOCENO    54,8 a 65
MESOZOICO CRETÁCICO      65 a 144,2
JURÁSICO      144,2 a 205,7
TRIÁSICO      205,7 a 248,2
PALEOZOICO PÉRMICO      248,2 a 290
CARBONÍFERO      290 a 363
DEVÓNICO      363 a 409
SILÚRICO      409 a 439
ORDOVICIENSE      439 a 510
CÁMBRICO      510 a 570
PRECÁMBRICO  PROTEROZOICO        570 a 2500
ARCAICO        2500 a 4000 y +

 

Depósitos pleistocenos y cuaternarios

Los materiales depositados durante este periodo de tiempo son muy abundantes en la zona de estudio. Se han distinguido materiales de esta edad, marinos y continentales.
Los depósitos pleistocenos marinos se dividen en cuatro episodios con aspectos litológicos muy similares.

El episodio Siciliense, responde al episodio marino más antiguo, estando situado en la época del pleistoceno superior, depositado discordantemente sobre las calcarenitas pliocenas. Representa un episodio transgresivo-regresivo que se compone de muro a techo por: un conglomerado marino con cantos rodados algunos de ellos de cuarzo, muy cementados. La potencia de este nivel es de medio centenar de centímetros. Sobre este, se depositan una serie arenosa o margosa con alta proporción de terrígenos y cantos de naturaleza carbonatada. En ocasiones, algunos de estos cantos corresponden con restos fósiles
resedimentados del Plioceno. El espesor de esta serie varia entre 1,20 y 1,50 m. Encima descansa un nivel conglomerático muy similar al de la base, de un metro de espesor. Sobre este se depositan una arenas que pasan de forma gradual de tener tamaño de grano fino a grueso. Por último, la presencia de un nivel de exhumación, marca la finalización del ciclo. Este episodio ocupa una gran extensión del sector meridional del Campo de Dalías y los Llanos altos de La Mojonera.

Dentro del Pleistoceno superior, tras el piso siliciense comentado anteriormente, estaba el piso milazziense y el tirreniense, subdividido este último a su vez en eotirreniense, eutirreniense y neotirreniense, por orden cronológico de primero al último.

En el Eotirreniense se deposita el segundo episodio cuaternario marino. A diferencia del primer episodio, éste tan solo se extiende por el sector de Matagorda y en San Agustín. En el área de Matagorda, el escarpe que representa este episodio está formado de muro a techo por: una base de conglomerados de grandes cantos de diferente naturaleza (dolomías, micaesquistos, cuarzo, etc) unidos mediante una matriz arenosa, que van a dar un resalte. Sobre este nivel se deposita otro, de gravas con cantos redondeados y de gran tamaño. A continuación, se observa un nivel de arenas de unos 2 o 3 metros de espesor que representan el depósito de una duna, cuya superficie se encuentra corroída debido a la acción eólica. Sobre éste, descansa un horizonte detrítico de escasos metros de espesor. Finalmente, una costra calcárea marca el techo de este ciclo.

El conjunto de este episodio transgresivo-regresivo presenta una potencia variable de unas zonas a otras, debido a la actividad de varías fallas. En el sector occidental los valores oscilan entre 65-50 m, en la central, 30 m, y en el oriental, de 30 a 40 m.

El tercer episodio cuaternario marino se depositó en el Eutirreniense, cuya representación se localiza al oeste de Guardias Viejas, y formando bandas paralelas a los episodios anteriores. Son muchos los aspectos que comparten con los otros episodios, como son la litología y el espesor del ciclo.

Finalmente, el cuarto y último episodio marino se produjo en el Neotirreniense. Éste episodio se extiende a lo largo de toda la costa que bordea el Campo de Dalías, e incluso en algunos sectores está tapado por arenas y dunas que se avanzan tierra adentro.

Litológicamente, este episodio se compone de una base de conglomerados de cantos de naturaleza muy variables, desde bolos a cuarzo a cantos amarillo-rojizos. Coronando el ciclo existe una costra calcárea similar a las descritas anteriormente. A diferencia de los episodios anteriores, éste cuenta con la presencia de un molusco marino el Strombus bubonius, fósil de gran interés empleado para la datación e interpretación de parámetros paleoecológicos, dada su gran sensibilidad ante cualquier cambio en las condiciones ambientales. El espesor de ésta última terraza varía entre 1 a 7 m sobre el nivel del mar actual.

El registro sedimentario correspondiente al Pleistoceno también se compone de una unidad de carácter continental, depositado sobre las anteriores terrazas marinas. Se trata de limos rojos, de tamaño de grano muy fino, tipo arcilla, con cantos de cuarzo muy redondeados. El origen de estos materiales se relaciona con el transporte eólico de arcillas de descalcificación de las propias costras calcáreas y de arenas limosas continentales que son depositadas sobre las terrazas marinas durante la regresión. Generalmente, estos materiales están rellenando las depresiones suavizando la topografía de la zona. Localmente, estos materiales se distribuyen en el sector septentrional del Campo de Dalías, a los pies de los conos de deyección que nacen en los relieves de Sierra de Gádor y los depósitos continentales del la terraza marina más reciente.
Otra formación pleistocena, que adquiere gran predominio en la zona de estudio son los conos de deyección o abanicos aluviales. Esta unidad, que separa los relieves de Sierra de Gádor del Campo de Dalías, se compone de grandes bloques rocosos unidos mediante una matriz arcillo-areniscosa, y cuya parte alta puede estar coronada por una costra. Son depósitos de color rojizo que pueden alcanzar potencias superiores al medio centenar de espesor.

Generalmente, estos depósitos están asociados a periodos torrenciales, en los que se produce el movimiento y transporte de importantes volúmenes de material, que al llegar a la llanura, debido a un cambio en la pendiente del terreno, se produce el depósito del mismo. En estos conos el sedimento más grosero es depositado primero debido a su tamaño, y posteriormente, lo hace el más fino, que tras viajar en suspensión, llega hasta áreas más alejadas. El periodo de tiempo que representan los sedimentos de los conos de deyección comprende desde el Eotirreniense hasta el Holoceno.

Por último, son tenidas en cuenta otro conjunto de formaciones, depositadas durante el cuaternario como son:

Depósitos aluviales: consisten en materiales detríticos de distinta naturaleza y tamaños, depositados en las ramblas que discurren desde el relieve de Sierra de Gádor y atraviesan el Campo de Dalías, para finalmente desembocar en el Mar Mediterráneo.

Salinas, lagunas, marismas, etc: corresponden con las áreas más bajas y próximas al mar, en las que existe una influencia de aguas salobres y salinas. Están formadas por sedimentos limosos y fangosos.

Playas de acumulación: estas formaciones se extienden a lo largo de la costa, muy próxima a la línea de costa. Consiste en un ensanche continuo formado por la acumulación de sedimentos arenosos debido al aporte de los movimientos costeros en relación con los vientos dominantes (en este caso son los de poniente).

Dunas relativamente estabilizadas: son depósitos arenosos transportados por el viento que se han desarrollo poco debido a la presencia de vegetación u otros obstáculos.

Dunas vivas: litológicamente son similares a las anteriores, aunque en este caso están formadas por la propia arena de la playa que es transportada por el viento tierra adentro cubriendo la superficie de las terrazas marinas e incluso llegando a alcanzar los escarpes calcareníticos.

GEOMORFOLOGÍA

Desde el punto de vista geomorfológico la zona de estudio incluye un conjunto de sistemas morfodinámicos, que incluye:

Sistema kárstico, representado por el macizo de Sierra de Gádor. Estructuralmente, conforma un anticlinorio alargado en la dirección O-E, constituido por el apilamiento de mantos de corrimiento pertenecientes al Complejo Alpujárride de las Zona Internas de la Cordillera Bética. Su naturaleza carbonatada a permitido la instalación de un gran sistema kárstico con el desarrollo de numerosas formas tanto superficiales (polje, dolinas, lapiaces) como subterráneas (espeleotemas, etc.). Todo esto conforma uno de los sistemas acuífero más importantes, tanto en la calidad como en la cantidad del agua, de toda la provincia
de Almería, como el acuífero carbonatado de Sierra de Gádor.

Sistema litoral. Prácticamente la totalidad del Campo de Dalías representa una gran plataforma de abrasión marina cuaternaria, que corta de forma escalonada materiales pliocenos. Dentro de la plataforma se han identificado cuatro niveles correspondientes a antiguas playas coronadas por niveles conglomeráticos muy cementados y líneas de acantilados muertos. Estos niveles han sido intensamente afectados por la neotéctónica. En el sector costero, existe una playa de sedimentos finos que el viento a transportado y depositado formando un cordón de dunas que se adentran hacia tierra. También se han desarrollado flechas litorales, como la desarrollada en Punta Entina, la cual se formó relativamente reciente, hace unos 7.500 años.

Sistema fluvial, que representa el conjunto de cursos de dirección N-S que discurren desde el sector meridional de Sierra de Gádor y alcanzan la llanura donde continúan formando ramblas. Este cambio en la topografía ha permitido la formación de conos de deyección que ocupan una franja extensa al sur del macizo.

Conocidos los principales sistemas geomorfológicos del sector seleccionado, a continuación se procede a la identificación de las áreas activas desde el punto de vista morfodinámico, así como los procesos que actúan. Las características geomorfológicas propias de cada sector van a dar como resultado diferentes respuestas morfogenéticas ante la acción de cualquier proceso. Teniendo en cuenta esto se llegan a diferenciar áreas que presentan un comportamiento morfodinámico diferente. Son:

Sectores estables: quedan recogidos bajo este concepto aquellos sectores en los que la morfodinámica es modera, es decir, tan sólo se produce la erosión de áreas muy puntuales. Quedan incluidas en este grupo el sector de Campo de Dalías cubierto por los invernaderos.

Sectores poco estables: Corresponde a todas aquellas áreas que quedan descubiertas de vegetación, por lo que están sometidas a la acción de agentes naturales y antrópicos. El grado de inestabilidad es variable de unos puntos a otros. Estas zonas coinciden con las zonas de sobre-excavación o con el perfil del alcor.

Sectores inestables: Corresponden a toda la zona de la costa, afectados directamente por la acción de agentes marinos y eólicos. El sector de la Ensenada de San Miguel quedaría incluido en este sector.
Centrando la atención en las zonas donde la morfodinámica es muy intensa, como es en el último caso, se observa que el proceso que mayor efecto produce es la erosión.

Las zonas más afectadas por los procesos erosivos son:

Frente litoral. Los agentes que van a condicionar la morfología y evolución del paisaje en las zonas costeras son el oleaje y el viento. El oleaje se encarga de removilizar los sedimentos acumulados en las playas, y el viento, por su parte transporta y posteriormente deposita las partículas hacia otras zonas en función de las direcciones dominantes.

Alcores y zonas de sobre-excavación. La erosión actúa intensamente en estas zonas, favorecido por la fuerte pendiente de los taludes y la escasez de una cobertera vegetal. Su desmantelamiento provoca deslizamientos en la pared de los propios taludes, desprendimiento de bloques, etc.

Es bien conocido, que en aquellas zonas en las que la actividad humana es importante, los efectos de los agentes geológicos externos se incrementan.

TECTÓNICA

La configuración del paisaje actual está condicionado por la tectónica regional de la zona así como su evolución paleogeógrafica. En este sentido hay que distinguir dos etapas, una que comprende toda la actividad acontecida antes del Mioceno superior, y la segunda, la acontecida posterior a esta. Antes del Mioceno superior, tiene lugar la orogenia alpina que es la causante de la formación y levantamiento de la Cordillera Bética. Se produce la superposición de mantos de corrimiento, que a su vez, van a sufrir procesos compresivos (con la consecuente formación de pliegues) y extensivos (generación de fracturas).

A partir del Mioceno superior, continúa el levantamiento de la cadena y con la formación de numerosas áreas deprimidas en las que se instalaron cuencas sedimentarias tal y como se observan en la actualidad. A partir de este momento, se originan un juego de fracturas, unas de dirección N70-80E, y otras E-W, que van provocar la compartimentación del área en bloques produciendo el levantamiento y hundimiento de unos con respecto a otros. Este hecho es el causante de que el sector meridional y occidental del término esté más elevado que el resto. Estos accidentes actúan en la actualidad, afectado a todo el registro sedimentario neógeno y cuaternario.

 

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